El Nuevo Herald
10 de mayo del 2008

Somoza envió las últimas armas a Batista

IVETTE LEYVA MARTINEZ

Los últimos alijos de armas que recibió el gobierno de Fulgencio Batista para enfrentar a la fuerzas de Fidel Castro fueron enviados desde Nicaragua por el general Anastasio Somoza Debayle, indican documentos archivados en la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami (UM).

En una carta fechada el 8 de noviembre de 1959, el general Francisco "Silito'' Tabernilla Palmero le recuerda a Batista que ante la escasez de pertrechos bélicos en los últimos meses de su gobierno, llamó a Somoza Debayle "y al día siguiente aterrizaba en Ciudad Militar un avión de la NICA con 4 mil balas para los tanques. Por cierto que Ud. dio un crédito de 40 mil pesos para este pedido, pero no se pagó oportunamente''.

Es probable que esas armas viajaran en el tren blindado descarrilado el 29 de diciembre de 1958 en Santa Clara por fuerzas de Ernesto Che Guevara, en una acción militar que representó el tiro de gracia para la dictadura batistiana.

Entre los pertrechos bélicos citados por Tabernilla Palmero figuran 90 ametralladoras, 16,000 proyectiles de cañón de 37mm, un millón de balas calibre 30 y bombas de naphlam (sic.) de 500 y 100 libras.

El Ejército cubano enfrentaba serios problemas de desabastecimiento desde marzo de 1958, cuando Estados Unidos implantó un embargo de armas a Cuba. La prohibición fue cumplida al pie de la letra y el último embajador norteamericano en la isla, Eart E.T. Smith, declaró en una audiencia congresional en 1960 que Washington se encargó además de persuadir a otros gobiernos amigos de que no le vendieran armamentos a Cuba.

Ernesto Betancourt, líder del Movimiento 26 de julio en Estados Unidos, fue uno de los militantes de esa organización que cabildeó intensamente con el Departamento de Estado para lograr el embargo de armamentos.

"Ellos [los estadounidenses] cumplieron. Batista usaba la agregaduría naval para hacer compras ilegales en otros países'', recordó.

Pero al menos dos vecinos infringieron la prohibición estadounidense: el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana, y Anastasio Somoza Debayle, hijo del asesinado dictador Anastasio Somoza García y por entonces al frente de la Guardia Nacional de su país.

Anastasio Somoza Debayle también fue presidente de Nicaragua de 1967 a 1972 y de 1974 a 1979, cuando fue derrocado por los sandinistas. Durante la invasión a Bahía de Cochinos en 1961 permitió que los combatientes anticastristas cubanos usaran Puerto Cabezas, en la costa caribeña del país, como punto de embarco.

El suministro de armas por parte de Trujillo era conocido, no así el de Somoza Debayle, según historiadores y expertos consultados.

"Lo de Trujillo no era secreto. Muchas personas del gobierno de Batista me lo han mencionado --Papo [Fulgencio Rubén, hijo mayor del gobernante, fallecido en el 2007] me lo dijo. El problema con esas armas, las carabinas San Cristóbal, es que no eran de la misma calidad de las armas de Estados Unidos. Muchas veces no funcionaban en medio del tiroteo'', comentó el profesor Frank Argote-Freyre, autor de la biografía Fulgencio Batista: From Revolutionary to Strongman.

También se conoce que Batista fue retenido por Trujillo en 1959 en República Dominicana hasta que pagó la deuda por la compra de armamentos.

El 27 de junio de 1958, desconfiados de la efectividad del embargo bélico y con el fin de aumentar la presión sobre Washington, las fuerzas rebeldes comandadas por Raúl Castro secuestraron a 47 contratistas estadounidenses, entre ellos 20 civiles, en la región oriental.

El entonces comandante del Segundo Frente Frank País exigía que el Departamento de Estado declarara públicamente, haciendo referencia a los rehenes, que no suministraría más armas al ejército de Batista y que no permitiría que se usara la Base Naval de Guantánamo como punto de reabastecimiento.

Presiones conjuntas de miembros del Movimiento 26 de julio y del gobierno estadounidense a través del cónsul en Santiago de Cuba, Park Wollam, convencieron a Raúl de liberar a los cautivos.

Pero tras la conclusión del episodio el 11 de julio, Washington decidió cancelar el envío de 15 aviones de entrenamiento militar para pilotos cubanos que estaban en Estados Unidos, a pesar de que ya el gobierno de Batista los había pagado.

"Creo que el Departamento de Estado no quería tomar ninguna decisión que pudiera ayudar al gobierno de Batista y recibir protestas de los revolucionarios'', declaró Smith en 1960.

Con el paso de los meses, la situación de abastecimiento empeoraba. La carta de Tabernilla Palmero a Batista en noviembre de 1959 le recuerda que "en los últimos meses sólo nos quedaban dos mil balas de 37mm''.

El ex general batistiano era hijo de Francisco "Pancho'' Tabernilla Dolz --jefe del Estado Mayor del Ejército-- y estaba al frente del Regimiento Mixto de Tanques cuando acudió a Palacio Presidencial a socorrer a Batista durante el ataque del Directorio Estudiantil Revolucionario el 13 de marzo de 1957. Inmediatamente fue ascendido a General de Brigada y nombrado Jefe de la División de Infantería.

Los Tabernilla eran considerados hombres incondicionales de Batista y tuvieron una destacada participación en las misiones armadas contra las fuerzas insurgentes. Los opositores al régimen batistiano los señalan como responsables de la represión desatada en los últimos meses de 1958 contra la población y las fuerzas rebeldes los calificaron de criminales de guerra.

"Usted sabe que yo mantenía amistad con él [Somoza Debayle] y no podía olvidar que cooperó decididamente con nuestro Ejército vendiéndonos 30 tanques T-17 con 90 ametralladoras, 16 mil balas para cañón 37mm, 1 millón calibre .30, bombas de naphlam (sic.), de 500 y 100 libras [de fragmentación] para las FAE [fuerzas armadas], agrega Tabernilla Palmero en su misiva, que forma parte de la Colección Fulgencio Batista Zaldívar de UM.

La carta tiene por fin apaciguar el disgusto de Batista ante las recomendaciones que había enviado Tabernilla Palmero a Anastasio Somoza Debayle en junio de 1959, a raíz de la invasión rebelde de Olama y Mollejones, liderada por Pedro Joaquín Chamorro con un centenar de combatientes.

Las relaciones entre los Tabernilla y Batista se habían tornado tirantes. El ex dictador consideraba que los militares lo habían traicionado en los días finales de 1959.

"La carta a Somoza no es rumor. Le acompaño la copia. Se la hice al contemplar a su País (sic.) invadido, para que no fuera a incurrir en los mismo errores que nosotros cometimos'', le aclara Tabernilla Palmero a Batista.

El ex dictador cubano estaba indignado por la injerencia, como ilustra una carta fechada en Funchal, Madeira, el 7 de enero de 1960 y dirigida a "R y P''.

"Las expresiones y lo que trata de afirmar, como la carta enviada a los Somoza, encierran tales degeneraciones, que lo mejor es ignorarlo totalmente'', recomienda Batista, quien dice tener noticias de que el documento fue recibido con "asco'' por los hermanos Somoza.

Las recomendaciones de Tabernilla Palmero a los Somoza incluyen cortar el suministro de víveres, ropas y medicinas hacia la región donde operan los insurrectos. "La represión contra los involucrados en hechos conspirativos deberá ser tan imparcial y tan severa como las circunstancias lo requieran'', le aconseja "Silito'' a Anastasio Somoza Debayle en la misiva fechada el 8 de junio de 1959 en Palm Beach.