El Nuevo Herald
7 de diciembre de 2001

Cruento combate entre las FARC y los paras

 GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
 BOGOTA

 Guerrilleros de las FARC y paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) libran los que pueden ser los combates más grandes jamás sostenidos entre esas dos fuerzas irregulares, con un saldo provisional de 200 muertos, varios de los cuales testigos dicen haber visto pasar flotando sobre las aguas del río Atrato, el más torrentoso de Colombia.

 Los enfrentamientos se han concentrado en el departamento selvático de Chocó, en límites con Panamá. Allí ambos bandos se disputan un territorio estratégico para la movilización de hombres, armas y drogas ilícitas entre los océanos Atlántico y Pacífico y sus respectivos cuarteles generales y bases subsidiarias de operación en todo el país.

 Fuentes militares en Bogotá dijeron a El Nuevo Herald que la fuerza pública no ha ingresado todavía a la zona de los combates, donde aparentemente están operando dos frentes de guerra de las FARC contra un batallón de los paramilitares conocido como Fuerzas Especiales.

 Las primeras versiones sobre la guerra fueron suministradas por Azael Victoria, alcalde de Riosucio, a donde llegaron el sábado pasado a buscar refugio 250 colonos que estuvieron atrapados entre los dos fuegos. Riosucio es un caserío con 1,000 habitantes dominado por paramilitares que hace cuatro años sacaron a las FARC.

 Victoria reveló que su pueblo espera el arribo de al menos 1,000 desplazados más, así como el de una comunidad de 1,500 indígena Katío-Emberá, originaria de la
 Serranía de los Saltos, donde se libran los combates.

 También notificó su temor sobre posibles brotes epidémicos entre la población, derivados de la contaminación causada por los cadáveres de los combatientes que desde el sábado pasado flotan sobre las aguas del Atrato, de las cuales se surte el acueducto municipal.

 Victoria sostiene que el puesto de salud de Riosucio carece por entero de insumos para darle atención a los refugiados que han llegado y a los heridos que podrían bajar de las montañas en busca de socorro.

 El senador indígena Francisco Rojas Birri, por su parte, declaró que los muertos en los combates pueden ser más de 200 y explicó que, de acuerdo con testigos, todos los cadáveres que han sido vistos flotando en el río llevan uniformes militares camuflados.

 En la cercana población de Turbo, cerca de la desembocadura del Atrato sobre el Atlántico, han llegado otros grupos de campesinos e indígenas huyendo de la misma guerra.

 El alcalde Victoria explicó que a su caserío llegó una comisión de la Cruz Roja Internacional y otra de la estatal Red de Solidaridad, encargada de proteger a los
 desplazados por la violencia, los cuales ya pasan de dos millones en todo el país.

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