El Nuevo Herald
27 de mayo de 2001

Los zarpazos de un hombre acorralado

GERARDO REYES y GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
BOGOTA

Señalado como terrorista por el gobierno de Estados Unidos, perseguido por la
fiscalía colombiana y traicionado por una banda de sicarios, el jefe de los grupos
paramilitares de Colombia, Carlos Castaño, está dando temibles señales de
acorralamiento que agudizarán aún más el ambiente de terrorismo y de
incertidumbre política en ese país, según observadores.

Hay ya quienes están hablando de ``la escobarización de Castaño'', para
comparar el estado de desesperación del líder de las autodefensas con la
reacción terrorista del narcotraficante Pablo Escobar en la década de los 90,
cuando el jefe del Cartel de Medellín se enfrentó al gobierno, a sus ex
colaboradores organizados en un solo frente (Los Pepes) y a Estados Unidos
que exigía su extradición.

"Yo creo que Castaño está viendo que definitivamente se le viene encima una
acción fuerte del Estado'', dijo el senador conservador independiente Juan
Manuel Ospina. "Me recuerda mucho la guerra de Pablo Escobar''.

En un mensaje electrónico enviado a El Nuevo Herald el viernes, el líder de las
Autodefensas Campesinas AUC dijo: ``Las AUC nunca hemos sido terroristas y
jamás lo seremos, tampoco somos amigos del narcotráfico y mucho menos
exportadores de cocaína como lo hacen las FARC''.

Castaño, quien fue puesto en la lista negra de terroristas internacionales del
Departamento de Estado el mes pasado, se mostró conciliador con las
autoridades de Estados Unidos, afirmando que su organización nunca ha
atacado intereses de ese país.

``Yo siempre he creído en la importancia de Estados Unidos para la estabilidad
de nuestro continente en el nuevo orden mundial. Lamento que los Estados
Unidos no entienda que también yo lo soy'', escribió.

El mismo día en que aseguraba que no es un terorrista, Castaño reconoció a la
cadena radial RCN de Colombia que una bomba tipo ``papaya'' que fue
encontrada frente al semanario izquierdista ``Voz'' y la Unión Patriótica en
Bogotá, fue enviada por él. Castaño comentó que su intención no era activarla.

"En ningún momento se nos ocurrió activarla. Entre otras cosas porque no era
posible'', explicó el jefe paramilitar. "El mismo doctor Armando Estrada Villa
[ministro de Gobierno] y el doctor general Velasco así lo explicaron al país y lo
tranquilizaron''.

El país está lejos de sentirse tranquilo con Castaño.

La primera hipótesis que lanzó el ministro del interior, Armando Estrada Villa, el
viernes, sobre los atentados terroristas ocurridos en Bogotá, señalaba a líder
paramilitar como uno de los sospechosos. Castaño, según fuentes del gobierno,
estaría enfurecido por las incursión de fiscales investigadores en su hasta ahora
intoncable centro de operaciones en el departamento de Cordova, al norte del
país.

El jueves pasado el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía allanó
varias oficinas en la ciudad de Montería, capital de ese departamento, en busca
de posibles financistas de las AUC, entre los que figurarían ganaderos,
empresarios y narcotraficantes. La fiscalía decidió ordenar este allanamiento con
base en información que está en otra computadora portátil que halló en poder de
diez presuntos paramilitares que se encontraban en una casa del barrio Bachué,
en Pasto, Nariño, en el sur del país, para cometer masacres de campesinos que
residen en zonas dominadas o frecuentadas por las guerrillas de izquierda.

En Montería también fue allanada la mansión de Salvatore Mancuso, alias Mono,
uno de los hombres más cercanos a Carlos Castaño.

Mancuso es identificado por las autoridades como un alto oficial de los
paramilitares que operan en el sur de Bolívar y se oponen a que el gobierno inicie
allá una ronda de conversaciones de paz con el ELN a partir de un despeje
militar de varios municipios.

Además de su sangrienta guerra con la guerrilla, Castaño está librando una
igualmente cruenta con un ejército de mercenarios urbanos que estaban bajo su
control. Se trata de La Terraza, una banda de unos 3,000 sicarios que opera en
la ciudad de Medellín.

Algunos miembros de esta banda fueron contratados por Castaño para eliminar
activistas de derechos humanos y otros académicos consideradas
colaboradores de la guerrilla. Hace unos seis meses Castaño resolvió cortar sus
vínculos con La Terraza argumentando que se había salido de su control.

"Las autodefensas cuando tomaron la determinación de eliminar a los miembros
de la banda La Terraza fue porque se hicieron insoportables para la sociedad'',
dijo el viernes Castaño. ``Nadie resistía los atropellos, los atracos, los
secuestros y las atrocidades que cometían. Entonces, la responsabilidad es
nuestra. No del pueblo antioqueño''. La Terraza tenía otra versión del
distanciamiento. Jóvenes que se presentaron ante los medios de comunicación
de Colombia como miembros de La Terraza explicaron que el origen de la
disputa era el incumplimiento, por parte de Castaño, de la promesa de
entregarles el control de un ruta de exportación de cocaína.

El 3 de agosto de 1999 fue asesinado el jefe de sicarios disidente Luis Sánchez
Mena, alias El Negro y a cinco de sus lugartenientes.

En una carta de enero de este año, enviada a la presidencia de la República y a
la fiscalía colombiana, los miembros de La Terraza ofrecieron entregarse a la
justicia para revelar los vínculos del paramilitarismo con altos mandos militares
activos y esclarecer varios asesinatos ordenados por Castaño, según ellos

``El motivo de esta denuncia por parte del grupo La Terraza es con el fin de
esclarecer tantos interrogantes que a diario se hacen los colombianos de bien y
de paso quitarle el antifaz a un puñado de criminales disfrazados de patriotas'',
anunciaba la carta que no tuvo mayor despliegue en Colombia.

Citando militares y oficiales de la policía con nombre y apellido y haciendo
referencia a algunas circuntancias concretas, los presuntos sicarios ofrecieron
esclarecer los siguientes crímenes:

   Asesinato del cómico y periodista Jaime Garzón el 13 de agosto de 1999

   Asesinato del abogado de derechos humanos Eduardo Umaña el 18 de abril
de 1998

   Atentado contra la dirigente de la Unión Patriota Aida Abella el 7 de mayo de
1996

   Asesinato de los investigadores del CINEP, Jesus María Valle el 27 de febrero
de 1998, Herná Henao el 4 de mayo de 1999 y Elsa Alvarado, su padre Carlos
Alvarado y Mario Calderón el 19 de mayo de 1997 en el edificio Quinta de la
Salle de Bogotá.

También se comprometieron a entregar el arma con la que ejecutaron a Valle,
Umaña y Henao. ``La conservamos como prueba fundamental y se hará llegar a
las autoridades competentes cuando ésta sea solicitada'', afirman.

Según el senador Ospina, otras de las fuerzas que acorralan a Castaño es la
presión de Estados Unidos sobre el gobierno de Colombia para que busque una
solución al desafío del paramilitarismo.

``El gobierno norteamericano va a darle un apoyo fuerte a las fuerzas armadas
colombianas'', explicó Ospina "Pero eso sí: debe haber una acción de fondo del
Estado hacia los paramilitares''.